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Lun, Dic

Messico-Cuba-USA

 
 
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mexicocuba

DON JUAN GABRIEL ANDRÉS RENDÓN MEDINA
Superior Provinciale
Nomina: 8 maggio 2023
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Una fecha que los paulinos de México pueden registrar en sus memorias es la del 25 de mayo de 1946, había terminado recientemente la Segunda Guerra Mundial. El P. Santiago Alberione se dispuso a viajar a los Estados Unidos. En la cabina que le asignaron en la nave “Andrea Gritti” que estaba por hacer el recorrido de Nápoles a Nueva York, le manifestó al joven sacerdote Hugo Zecchín su convicción sobre la urgencia de una librería internacional en Italia, y sobre la oportunidad de hacer llegar la Sociedad de San Pablo a tierras mexicanas. Luego de ese viaje al continente americano, el Fundador de la Familia Paulina visitó a sus hijos presentes en España. Desde Bilbao le mando al Padre Hugo este papelito, escrito a lápiz:

Querido Padre Zecchin:

Me han parecido muy buenas las diversas normas que has escrito en el ‘pro- memoria’ relativo al centro librero internacional. Ya hablaremos de eso más adelante, si el Señor así lo dispone; mientras tanto, te aconsejo aceptar la misión en México. Pídele al Maestro Giaccardo que te asigne dos Discípulos y parte cuanto antes, acompañado por San Pablo, precedido por la Reina de los Apóstoles, en el intento de cumplir con el divino mandato: ‘vayan y enseñen’ del Maestro. Yo te bendigo; parte en paz y con mi más amplia bendición.

Afectísimo S. Alberione, ¡Pronto esa partida!”.

Los trámites para entrar a México no eran fáciles a motivo que la legislación mexicana privaba las expresiones religiosas, por tanto, que un sacerdote extranjero solicitara el permiso para entrar al País, era una operación equivocada, y el P. Hugo cometió ese error, presentándose como sacerdote en la embajada mexicana de Roma. No obstante la buena disposición del embajador, el Lic. Armendáriz del Castillo, el permiso tardaba. Esa tardanza le molestaba al P. Alberione, el cual, pensando que tal vez había pocas ganas por parte del P. Hugo, le dijo un día, medio bromeando: Si de veras tuvieras ganas de ir, no te detendrías en tantas dificultades. Subirías en un avión de línea y, sobrevolando el territorio mexicano, te lanzarías con el paracaídas en algún lugar solitario.”

Después de múltiples intentonas y papeleos en la embajada de México en Roma, y tras haber rehecho su pasaporte con fotografía en traje civil, logró, con una fórmula provisional y condicionada, un camino para el ingreso: entrar como candidato a estudiar filosofía y letras en la universidad. Para esta solución le había sido muy útil una intervención de Mons. Luis María Martínez, entonces arzobispo de México, y la del Lic. Benigno Ugarte. El 10 de enero de 1947 parecía que el terreno ya estaba perfectamente allanado; así pues, el sucesivo día 25, conversión de, San Pablo, el P. Hugo, acompañado por el Hno. Domingo Alberti, partió en viaje aéreo hacia Nueva York.

Después de días de viaje, con un intermedio en Dallas, Texas, el tren llegó a la ciudad de El Paso, en los confines con México. Eran las ocho de la mañana. En la estación de esa ciudad fronteriza, el sr. José Merced Muñoz estaba esperando a Don Hugo; así se lo había pedido, desde la capital mexicana, el Lic. Benigno Ugarte; como señal de reconocimiento, el sr. Muñoz llevaba en la solapa unos listoncitos con los colores de la bandera vaticana: blanco y amarillo.

La generosidad de los esposos Muñoz, como también la de una cuñada del sr. José Merced, fueron para el P. Hugo como una anticipación de la hospitalidad que habría de encontrar en los hogares mexicanos; pero era necesario cruzar la frontera y pisar efectivamente las tierras de México. Eso lo hizo el padre Hugo el día 16 de marzo. Acompañado por el sr. Muñoz, que se había portado como su Ángel de la guarda, atravesó el puente, por encima del Río Bravo, listo para ingresar en México por Ciudad Juárez. ¡Cuál no sería su sorpresa y desconcierto cuando, en el retén aduanal de México, le dijeron que no era posible su entrada al territorio mexicano! Evidentemente, algún detalle había faltado, o alguien se oponía deliberadamente; la razón que le dieron fue muy escueta: no se les había notificado, por parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores, que hubiese para Hugo Zecchín Constantín algún salvoconducto. 

¿Qué hacer? Lo más lógico era darse la vuelta y regresar a los Estados Unidos, pero los días que le habían concedido como permiso para estar en ese país también se habían terminado, ¡justamente el16 de marzo! Nuevamente la Divina Providencia se manifestó y logró obtener un permiso provisional hasta que se arreglara la situación.

El P. Hugo llegó a la capital el 3 de mayo de 1947. Los contratiempos no concluyeron aquí: sólo contaba sólo con una dirección apuntada en un papel: la de Mons. Araiza. Le presentó ese papelito al taxista y subió sus maletas al vehículo. Lamentablemente, la dirección anotada, o era inexacta o su dueño estaba fuera de la propia sede: por más preguntas que hicieron, no lograron dar con el contacto previsto. Aquel taxista, que ya se había dado cuenta que su pasajero era un sacerdote, pensó que lo mejor era conducirlo a una parroquia cualquiera, y lo llevó a la que mejor conocía.

Fue así como el P. Hugo se vio, en calidad de huésped, en la iglesia de Ntra. Sra. del Carmen, en la colonia Mixcoac, que en 1947 pertenecía aún a la periferia de la Ciudad de México. Por su parte, el P. Agapito Fernández -párroco del mencionado templo- se transformó de la noche a la mañana en el primer Cooperador Paulino en la Ciudad de México. La generosidad cordial y diligente con que recibió al sacerdote misionero y le dio hospedaje durante varias semanas, fue determinante para establecer las primeras relaciones apostólicas en esa metrópoli, y para que la primera comunidad paulina fijara su propia sede en el número 136 de la calle Giotto, a pocos pasos de la iglesia del Carmen. El día 29 de ese mismo mes de mayo llegó a la capital mexicana el hermano Domingo Alberti. El mismo día que el P. Hugo y el Hno. Domingo se instalaron en esa casita, llegó el primer aspirante: Florencio Aguilar Trejo, quien en su profesión tomó el nombre de Hno. Bernardo.

Apenas adquiridas las primeras máquinas, los dos iniciadores de la Obra Paulina en México (P. Hugo Zecchín y Hno. Domingo Alberti), con la entusiasta participación de los primeros aspirantes, dieron inicio a la impresión de libros. El librito con que dio comienzo el catálogo de las Ediciones Paulinas de México, fue Piénsalo bien, del P. Doménico Mondrone, sacerdote jesuita italiano. Al término de ese mismo año de 1947 en que se publicó Piénsalo bien, los Paulinos de México editaron 13 títulos, la mayoría de los cuales con un tiraje de 5000 ejemplares. Entre tales libros: Confesaos bien, Comulgad bien, Mi diario en Rusia, El peor veneno, Oportet lIIum regnare...

La misión Paulina se vio enriquecida por nuevos Apóstoles: los PP. Dino y Carlos, así como el P. Héctor Cerato, quien iniciaría, en ese mismo 1952, el semanario EL DOMINGO. También estaban en México el Hno. Gregorio Giuliodori y el Hno. Bernardo, recién regresado de Italia. Ya no estaban, en cambio, ni el hermano Domingo Alberti, que dejó la Congregación, ni el hermano José Bisognin, que estuvo en México muy poco tiempo. En 1953 llegó a unirse a la comunidad mexicana el padre Conrado Santi, primero al que se le asignó el cargo de "maestro de aspirantes" e iniciador de LA FAMILIA CRISTIANA (diciembre de 1953).

Desde estos inicios, muchas han sido las obras apostólicas con que los Paulinos, actualmente todos mexicanos, han evangelizado, desde las 10 comunidades con que cuenta la Provincia Mexico-Cuba:

  • Casa de Taxqueña: 16 de marzo de 1947. Aunque esta casa fue inaugurada hasta 1957, se le asigna la fecha de la fundación en México por ser continuación de las dos primeras habitaciones que tuvieron los paulinos en el País: inicialmente en Giotto 136; después en Giotto 35, y finalmente en Taxqueña 1792.
  • Casa de San Pedrito Tlaquepaque, comúnmente conocida como casa de Guadalajara: 19 de marzo de 1965. Los iniciadores llegaron efectivamente a la ciudad de Guadalajara, pues su primera habitación estuvo en la calle Pedro Moreno No. 640.
  • Casa Provincial: 1° de enero de 1972.
  • Casa de Los Ángeles, California, USA: 31 de marzo de 1973.
  • Casa de Aguascalientes: 30 de diciembre de 1981.
  • Casa de Coatzacoalcos: 30 de noviembre de 1986.
  • Casa de Mérida, Yuc.: 5 de julio de 1997
  • Casa de Miami, Florida, USA: 1° de agosto de 1998.

El elenco se altera si tomamos en cuenta que, rigurosamente hablando, la segunda casa de la Circunscripción fue la que se abrió en La Habana, Cuba, en 1953, y que duró hasta 1962, pero con las Abundantes riquezas de su gracia, nuevamente se retomó la misión Cuba el 8 de diciembre de 2012; la tercera casa fue la de León, Gto., abierta en 1955 y cerrada en 1962.

La última comunidad es Chicago, 8 de septiembre de 2017, tomada a petición del Gobierno General ad experimentum por dos años que tiene como fin particular la atención al mundo hispano en USA.

La Obra apostólica de los Paulinos que conformamos esta Provincia, se ve reflejada principalmente por: San Pablo México, que tiene publicaciones como son libros, entre los cuales destacan La Sagrada Biblia en diferentes presentaciones, El Libro de mis oraciones, entre otros; también se editan publicaciones periódicas como son:  La Familia Cristiana, el Domingo, Vida Pastoral, el Pan de la Palabra, Mis oraciones diarias, entre otros; 24 centros de difusión, como son las Librerías San Pablo; 2 Centros de Estudios:  El Comfil que ofrece, además de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, durante el mes de julio, los Cursos de Verano en los participan Sacerdotes, religiosos, seminaristas, laicos, todos dedicados a la pastoral de la Comunicación, y la Preparatoria Ramón López Velarde; 1 Centro Bíblico Paulino; 1 enfermería que atiende a los hermanos en situaciones particulares de salud; 1 Centro de Espiritualidad Paulina que desde hace más 30 años trabaja en unidad con la Familia Paulina para la animación de nuestras Comunidades ofreciendo las pautas de retiro mensual, las Jornadas Alberonianas, subsidios para las principales fiestas paulinas, ejercicios espirituales cuando lo requieren, etc.; sin faltar la animación espiritual a la Familia Paulina, principalmente en las áreas donde alguna de las Congregación femeninas se encuentran, y en las fiestas principales donde nosotros Sociedad de San Pablo no estamos presentes. Sobre todo, el acompañamiento y formación a los miembros de los Institutos Agregados, que, en México, desde los años 60’s están las Anunciatinas, los Gabrielinos, Santa Familia y Jesús Sacerdote.

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